La eterna discusión de las adaptaciones

Por el 12.1.15
Por años las adaptaciones a películas o series de nuestros libros, mangas, cómics y videojuegos favoritos, nos han invadido. Cuando una obra es exitosa, se vuelve atractivo querer sacarle el mayor provecho posible. Me llama la atención que eso no se acepte en el mundo de los fans. Me sigo dando cuenta con los comentarios y aseveraciones que se leen hoy en día en la red al respecto.

En estos últimos días lo detecté inclusive por aquí y no pude evitar pensar en ciertos puntos y fundamentos que nos rodean como seguidores del contenido que nos entretiene y que en algunos casos, nos exalta u obsesiona.

Entonces ¿por qué nos cuesta tanto trabajo aceptarlo?, ¿por qué causa tantas peleas y conflictos?, yo antes era así, me quejaba de todo lo que no era igual. Cuando vi la adaptación en 2002 que había dirigido Paul W.S. Anderson del videojuego Resident Evil, me enojé bastante, principalmente por Alice. ¿Quién es ella?, pensé, pero sin embargo le fue bien y, como mucha gente no conocía el videojuego, pues ni en cuenta y para ellos seguía siendo una película zombies, género que se sobreexplotaría más años más tarde.

Después me di cuenta que la intención de los grandes estudios, en su mayoría norteamericanos, no era complacer a los fans del videojuego, sino dar su interpretación bajo sus condiciones para atraer un público distinto. Y eso ha pasado desde hace ya bastante tiempo. No queda de otra que dejarse sorprender por el punto de vista que otros tengan respecto a la obra original.

Robert Kirkman acepta que el formato de televisión de su cómic, The Walking Dead, tiene sus cambios. Él se encarga de varios aspectos dentro de la misma y dijo, si mal no recuerdo, que es diferente porque podía hacer las cosas mejor que la primera vez, cambiar eventos y hacer las cosas más emocionantes. Me gusta el cómic, bastante, al igual que la serie, creo que es una de las mejores que he visto, me mantiene a la expectativa. Sin embargo, hay fanáticos a los que no les gustaron los cambios realizados.

Los puntos de vista son siempre interesantes de escuchar, siempre y cuando se tenga la determinación de participar en una discusión objetiva. Algunas veces no pasa así, y en ocasiones el argumento es: “no es igual al manga, no me gusta”. Pasó con Full Metal Alchemist; Me gusta el anime y me conmovió, sin embargo cambia el rumbo de la historia a partir de cierto capítulo y se despega del manga. 

Tengo amigos que lo dejaron de ver por este acontecimiento y dicen que Full Metal Alchemist: Brotherhood es superior, y cuando pregunto la razón, contestan que es porque le tiene más fidelidad al manga. No sé cómo tomar eso, ¿es correcto rechazar el arduo desempeño de las personas involucradas en el primer anime solo por el hecho de no tenerle fidelidad al manga?

Tal vez el relleno no es siempre malo, en algunos casos es tedioso porque lo hacen para que el anime siga retribuyendo ganancias, independientemente de lo que esté sucediendo en el manga. No obstante, sucede lo contrario por igual llegando a ser decentes. La Saga de Asgard de Los Caballeros del Zodiaco que se hizo para darle más tiempo a Masami Kurumada de adelantar el manga, es buen ejemplo.

 La mayoría de los comentarios que he leído en foros y otros sitios, son favorables pero hay un detalle y es que también una gran cantidad de admiradores se quejaron que era mero relleno que no tenía nada que ver con el manga y eso la convertía en algo negativo. Personalmente, a mí me gustó. Hay de rellenos a rellenos, ahí están los de Bleach y los de Naruto, que a mí no terminaron de agradarme.

Pasa con los cómics cuando son trasladados a la pantalla (chica o grande), bastantes versiones son famosas, sobre todo las clásicas de Superman y Batman, que tuvieron sus contemporáneas. A algunas les fue mejor que a otras. Ahí tenemos al Batman de Tim Burton y tenemos al de Christopher Nolan. Está la serie para televisión ochentera de Hulk, protagonizada por Lou Ferrigno, que tuvo éxito y me agradó, pero no puedo decir lo mismo de la película del 2003 basada en este personaje de Marvel Cómics donde el estelar lo tenía Eric Bana; al menos a mí no me gustó.

Algunos son fieles a la obra original, como la versión personificada del famoso cómic del llamado Dios en la tierra, Alan Moore: Watchmen. Aunque al autor no le sentó bien la idea, los derechos le pertenecen a DC Comics y el proyecto de llevó a cabo en 2009 con Zack Snyder (300, Man of Steel, Sucker Punch) como director. 

Robert Rodríguez hizo lo suyo en 2005 con la adaptación del cómic de Frank Miller, Sin City.  Yo no tengo problemas con ninguna de esas películas, son buenas, aunque prefiero los cómics y cabe destacar que a pesar de la fidelidad, hubo una gran cantidad de fans a los que les sobraban críticas para ambas por cambios en la historia original, por guiones flojos, etc., etc.

Estoy buscando motivos para entender el porqué del rechazo a las adaptaciones. Yo antes solía hacerlo. Recuerdo varios de mis móviles, como el temor a que ridiculizaran a entrañables personajes, que los actores que escogieran no se parecieran, que la gente no conociera la verdad, etc., etc., hasta que un día entendí que esto seguiría, porque más que un amor al arte, es un buen negocio. 

Los estudios van a tomar la historia del libro, cómic o manga y las van a adaptar para las masas que en su vida han leído o sabido de ellas, incluyendo a aquellas que no lo harían aunque su vida dependiera de ello. Hacerlas más ligeras y “comprensibles” para que no solo los fanáticos llenemos las salas de cines, sino todo aquél público “normal”.

No sé si llamarlo resignación o haber entendido una irrefutable realidad, debido a que aunque no me agrade la idea o lo realicen todo mal como con Dragon Ball: Evolution -que ni como película obtuvo éxito- no hay manera de borrar ese error. También puedo llegar a decir que no voy a ver una película basada en algo que me guste, como cuando dije que no vería la adaptación del videojuego de Dead or Alive.

 A final de cuentas, terminaré viéndola y tal vez quejándome de que el director Corey Yuen lo pudo haber hecho mejor, pero no es solo decisión de él, también influyen los estudios, guionistas, productores, etc.

Existen fatalidades como el filme de Street Fighter basado en uno de los videojuegos más populares de peleas. Esta versión de 1994 llamaba mucho la atención por los nombres como Jean-Claude Van Damme y Kylie Minogue, sin embargo, que actores talentosos o personalidades importantes figuren en la nómina, no siempre es sinónimo de un filme exitoso, y como este hay incontables ejemplos.

Recuerdo haber visto la mini serie donde aparecía un payaso asesino que hizo de mi infancia un tormento, que más tarde se convertiría en un gusto que me llevó a la búsqueda del material original; así conocí “IT”, un libro de la autoría de Stephen King, uno de mis autores preferidos. Al leer el libro tuve múltiples quejas respecto a la mini serie que vi en televisión, que aunque me gustó, pasaba por alto demasiados acontecimientos e ideas del material original.

Sin embargo, que yo me quejara de ello no iba a cambiar absolutamente nada, así que preferí quedarme con la imagen creada en mi mente, ya que acepté que no había manera de que todo aquel contenido cupiera decentemente en una película o miniserie. 

Yo adoro el libro y hasta la fecha sigo pensado así, al igual que con la adaptación de Brian de Palma en 1976 del libro de Carrie -también de Stephen King- que es estupenda pero sin conseguir superar al libro, y qué decir de Cujo (1983) del director Lewis Teague, que no hace ningún tipo de justicia a la obra literaria de este maestro de la narrativa de terror.

Así, tengo la esperanza de ver una adaptación que si bien no guarde parentescos con el manga, cómic o libro, sea una reinterpretación de la historia respetando las ideas originales, a sus personajes y a sus creadores.

La línea entre tener una sana admiración con todo aquello que nos gusta y la obsesión que esto nos pueda provocar en donde todo se retuerce, es delgada. Todas esas personas encargadas de crear entretenimiento, se exponen a las exigentes audiencias capaces de desprestigiar y humillar su trabajo por diversas razones, pero las más insignificantes y fuera de lugar son aquellas críticas que se basan en banalidades, en subjetividades. 

Las opiniones se pueden basar en hechos reales y se pueden basar en opiniones personales, la cuestión es decidir cuál de las dos vamos a utilizar a la hora de juzgar algo que nos complace o con aquello con lo que no estamos de acuerdo. Al final todo radica en saber adaptarnos.