[Reseña] El Tiempo que Tenemos: Una carta de amor a la vida
Todos tenemos un sueño, ese que queremos dejar grabado en nuestras vidas y que todos recuerden cada vez que piensen en nosotros. Esta historia de amor, interpretada por Andrew Garfield y Florence Pugh, nos recuerda que la vida puede cambiar en un instante y que debemos disfrutar cada momento como si fuera el último. El filme es dirigido por John Crowley, ya está disponible en las cines y es distribuido por Imagem Films en toda Latinoamérica.
¿De que trata?
Almut, una chef profesional, y Tobías, la imagen de una reconocida marca de galletas, son dos desconocidos que se unen tras un accidente de tránsito, dando inicio a una historia de amor. A medida que construyen su vida juntos y forman una hermosa familia, enfrentan un duro desafío cuando Almut es diagnosticada con cáncer de ovario.
Este diagnóstico la lleva a un dilema: optar por sufrir con la quimioterapia o disfrutar de lo que le queda de vida. A través de momentos compartidos y la construcción de un hogar, la pareja descubre la fragilidad del tiempo y la importancia de valorar cada instante. En este romance profundamente emotivo, su relación evoluciona mientras aprenden a enfrentar la adversidad, creando una historia que abarca décadas y toca los cimientos de su amor.
Crítica
La película es un 'slice of life', sintiéndose con una atmósfera tan realista que puedes sentir el dolor y pensamiento de cada personaje, ya que todos pasamos por las mismas circunstancias alguna vez en la vida. Además de eso, retrata una relación en crecimiento, mostrando experiencias y problemas típicos de un emparejamiento. Esto permite que el público se sienta identificado con los personajes, especialmente si ha convivido con alguien que tiene cáncer o ha vivido la enfermedad en carne propia.
El filme divide la historia de los protagonistas en una narrativa fragmentada, en la que las escenas no pasan de forma lineal sino en transiciones del pasado y el presente. En cada una de estas transiciones, nos muestran desde cómo se conocieron, su desarrollo en el amor y sus mismos secretos que han mantenido que podrían poner en peligro su relación.
La historia está contada de manera que invita al espectador a reflexionar sobre la vida y las decisiones que debemos tomar. A partir de la enfermedad, las elecciones que hagamos tendrán repercusiones en el futuro. A menudo, colocamos a las personas que padecen cáncer en una situación de inutilidad para permitirles descansar, pero nos preguntamos: si la enfermedad se interpone en un sueño anhelado, ¿estarías dispuesto a dejarlo todo mientras recibes tu tratamiento? o ¿harías el intento de seguir adelante, dejando un legado para aquellos que te aman antes de partir? La película ofrece una reflexión profunda sobre estas cuestiones.
El lenguaje cinematográfico y de guion es una carta de amor a la vida; es una experiencia que no puedes perderte. Recomiendo ampliamente verla.
Las actuaciones
- Florence Pugh (Almut): Una actriz excepcional, su actuación es sutil y muy elegante; es perfecta para el papel, mostrando esa cara generosa y enamorada con Tobias y ese cambio drástico al raparse la cabeza. Se puede sentir su dolor y a veces su impotencia por querer hacer más, a pesar de la enfermedad de su personaje.
- Andrew Garfield (Tobías): Ha sido un actor con el que siempre he tenido una relación de amor y odio. Su actuación sentimental y su lenguaje corporal son indiscutibles. Aunque en muchas ocasiones su expresividad facial puede parecer un poco exagerada, esto a menudo añade un toque de farsa a su interpretación, logrando que en algunas situaciones pueda sentirse un poco fuera de lugar, especialmente cuando hace gestos de sorpresa. Sin embargo, su capacidad para controlar sus emociones con ligeras pausas es notable. En esta película, a pesar de esos momentos, su química con Florence Pugh crea una hermosa combinación de esposos que enriquece la historia y sus gestos faciales funcionan bastante bien cuando habla con su hija.