[Eriol T. Harlaown] Mi historia con DNA2: Los tiempos románticos del fan
Por
Roque A. Espinoza Bravo
el
10.9.17
Hace doce años atrás debutaba en la pantalla del canal Animax Latinoamérica la serie basada en el manga original de Masakazu Katsura, DNA2 ,publicado en 1993 en la revista Shukan Shounen Jump (Shueisha) y que sería animada por Studio DEEN y Madhouse en conjunto. A pesar que la serie fue licenciada por Locomotion antes de su reemplazo por la filial del canal japonés, esta tuvo cierto conocimiento de parte del público tanto en la obra de Katsura como en la animación que en algunos casos llegó clandestinamente en su versión hispana y que estuvo disponible en más de algún videoclub.
Hace un tiempo
atrás me animé a ver nuevamente esta serie cuyos 12 episodios y su secuela de tres
OVAs no pasan para nada inadvertida, tanto para hacer un análisis sobre todo
para aquellos que encuentran atractivo el trabajo de Katsura quien es conocido
por obras como Video Girl Ai e I”s.
Detrás de
esta historia hay mucho que ver y analizar, principalmente porque hay un concepto
de picardía, romance y un componente de ciencia ficción que resulta ingenioso.
Una analogía que en el siglo XVIII era temida y que el filósofo Thomas Malthus resumió
de manera pesimista respecto al crecimiento de la población mundial y como esto
podría traer problemas principalmente por una posible escasez de recursos con
lo cual pueda alimentar a las nuevas generaciones. En el caso de esta historia,
la sobrepoblación es causada por un promiscuo muchacho que se hace llamar “megaplayboy”.
Un hombre dotado de una gran capacidad de atracción por parte de las mujeres el
cual tiene cien hijos con cien de estas, los que más tarde cada uno se transforma
en otro “megaplayboy” quien tiene otros cien hijos con otras cien mujeres.
Bajo este
multiplicativo contexto, una joven funcionaria estatal entra en acción con el
fin de evitar que este personaje haga su aparición. Karin Aoi, busca a través
de una labor encomendada por su agencia evitar la aparición del megaplayboy
viajando a la década de los noventa con tal de localizar a Junta Momonari, el
hombre al cual sindican como el responsable de la futura superpoblación
mundial. Junta es un joven corriente quien sufre una extraña fobia hacia las mujeres
cuando se encuentra en una compleja situación con ellas y cuando ésta se hace
inaguantable termina vomitando. Su vida es la de un joven bastante impopular,
sin grandes proyectos en su vida y con ese mencionado problema a cuestas,
aunque existe solo una chica con la cual no experimenta esta mencionada fobia;
se trata de Ami, una muchacha sencilla y amiga desde la infancia.
Dentro de
este universo se suman otros personajes como Tomoko, la muchacha más atractiva
y popular del instituto de Junta y a la vez la primera víctima del “megaplayboy”
manifestado en él. Tomoko a la vez se transforma en el motivo para que Ryuji, un
joven proveniente de una familia adinerada y popular entre las chicas, se
transforme en el principal antagonista de la obra. Otra persona dentro de este
universo es Kotomi, la mejor amiga de Ami y quien se encuentra enamorada en
secreto de Junta, aunque posee un problema que le hace sentir gran vergüenza cuando
se encuentra en una situación tensa.
Este esquema
simple de personajes construyen una historia interesante, fácil de comprender y
a la vez atractiva. Una conjunción de situaciones donde el pasado y el presente
se conjugan y el romance es algo bastante habitual, con un toque picaresco, con
muchas situaciones cómicas y con un desenlace donde muchas de las dudas
respecto a las balas de ADN de Karin son resueltas en los tres OVAs que
conforman el final de la historia totalizando 15 capítulos en el anime y cinco
tomos en el manga. Desde luego, la mayoría habrá conocido esta franquicia por
la serie emitida en el año 2005 por Animax Latinoamérica en sus comienzos, pero
en mi caso esta historia la conocí mucho antes, precisamente a través de la
obra original de Katsura plasmada en el manga nacido en 1993.
El tercer volumen de
manga en mis manos
Hay ocasiones
en donde algunas cosas las conoces en los momentos menos esperados, más aún
cuando estás en una edad en donde te encuentras familiarizado con algunas cosas
que conoces por la televisión en ese momento, a la postre único medio en donde
era posible ver las series de animación japonesa de manera gratuita, solo a
cambio de mirar la abundante publicidad que rondaba la mitad de cada episodio.
Sin embargo, ya entrando a etapas de madurez y de mayor independencia es
posible conocer algo que va más allá del entretenimiento conocido y que se
puede presentar en cualquier instante.
Era marzo del
año 2000 y a pocos días de haber ingresado a mi primer año de la universidad,
en una convivencia uno de los presentes tenía dentro de sus pertenencias un
manga de DNA2. Se trata del volumen tres de la obra original de Masakasu Katsura en donde se
muestra las situaciones de los episodios 11 y 12 de la serie. Luego de pedir
prestado el volumen me dediqué a leerlo completo y con ganas de continuar.
Lamentablemente por temas económicos y por la escasa disponibilidad de ese
entonces para comprar mangas originales no fue posible continuar con la
historia, aunque años más tarde la volvería a encontrar a través de la serie de
anime gracias a las copias de VHS provenientes de España y que en muchos casos
su calidad era espantosa.
Estos
detalles son los que podemos calificar como “los tiempos románticos del fan del
anime” en donde el material de ese tipo era muy difícil de conseguir y si lo
hacías este venía en una calidad sencillamente paupérrima de audio y video. En
esos momentos cualquier dato de amigo sobre posibles préstamos de material o de
copias que por ahí rondaban en cierto lugar y que estaban a disposición eran
tan valiosos como tener dinero a la mano. Es más, muchas series antes de
estrenarse en televisión por cable como Neon Génesis Evangelion (España) y Cardcaptor Sakura (Subtitulada) se dieron a conocer principalmente bajo este tipo
de formatos. Obviamente la historia relatada en esta columna no es la
excepción.
Retomando la
historia de DNA2, este volumen del manga impresionó por su picardía
además de muchos aspectos que para alguien que solo conocía la animación
japonesa a través de la televisión eran considerados como políticamente
incorrectos. Algunos de estos elementos contribuyeron a que personalmente
pudiera conocer más a fondo este tipo de animaciones más allá de lo que se veía
a través de la televisión abierta e incluso por el cable con historias menos
comerciales, con una comedia un poco más adulta y con situaciones complejas al
entendimiento común en donde lleva al espectador al análisis.
Tal vez DNA2
en ese año 2000 me ayudó a descubrir más a fondo el mundo de la animación
japonesa en el sentido que era posible descubrir historias más allá del control
remoto. Hablamos de tiempos donde el internet no gozaba de la masividad de años
más tarde y cuyo acceso era aún un bien de lujo. Tal vez ese adagio que reza: “mientras
sea más difícil de conseguir, más valioso se transforma” es algo aplicable a
una situación como la que viví hace ya 17 años atrás. Hoy, luego de haber
vuelto a ver la serie después de varios años queda la conclusión de que detrás de
toda animación hay una historia detrás implícita y que sin dudas se transforma
en un instante anecdótico en las vidas de cada fan de la animación japonesa.
¿Has tenido
en algún momento una experiencia similar que la que he relatado? Dejo abierta
la caja de comentarios para que relates tu experiencia. Nos vemos en otra
ocasión.