[Eriol T. Harlaown] La Emotividad en los Dibujos Animados: ¿Se Ha Perdido Hoy?

Hola a todos, en esta ocasión les tengo un tema del cual he estado reflexionando en el último tiempo y que tiene relación con la siguiente pregunta: ¿Se ha perdido la emotividad en los dibujos animados?

Es cierto que hoy en día los dibujos animados se enfocan mucho más en el entretenimiento, pero que antiguamente era retocado por algunas gotas de melodramas que sencillamente han convertido a las series en algo más que en una simple entretención. Algo que nos permite identificarnos más con los personajes, el aprendizaje de moralejas y la sensación (a veces cruel) de que no todo en esta vida es color de rosa.

Las Emociones en el Pasado.

En 1984 se estrenó en Chile una serie que marcó a toda la generación tanto de la década como las posteriores, nos referimos a la obra creada por Kyoko Mizuki y Yumiko Igarashi, Candy Candy. La serie estrenada por el mítico programa de televisión Pipiripao de UCVTV, tuvo un impacto inmediato en las familias que, según confesó el animador del bloque, Roberto Nicolini, la épica escena de la muerte de Anthony llegó a sacar lágrimas entre las personas que trabajaban tras las cámaras del canal.

En algún momento la conocida serie fue criticada precisamente por la presencia de este tipo de escenas, las que según los padres de la época, podrían tener un efecto conductual sobre los niños. A pesar de ello, los fans de este tipo de melodramas en la década de los ochenta crecerían de manera exponencial, y si bien Candy Candy fue uno de los portavoces de este tipo de series, hubo una en particular que por su carga, llegó incluso a crear mucho más controversia.

Muchos conocerán la historia de Remi, basada en la novela “Sin Familia” del escritor francés Hector Malot. La historia del huérfano que sobrevive con tres perros, un mono y el domador (el Sr. Vitalis), causó una fuerte controversia producto de las fuertes escenas relacionadas con la muerte de los cercanos a Remi y más aún el efecto que esto causaría sobre los niños ver dichas escenas. Pero más allá de ese dilema, tanto esta como la historia de Candy White impregnaron algo especial a las series animadas de antes: Generar empatía con el personaje, hasta el punto de compartir sus emociones y lágrimas.

Pero lo ya mencionado no es algo para nada nuevo en los dibujos animados, ni mucho menos proveniente del oriente. Muchos años antes, el estudio de Walt Disney hizo historia en el ámbito con la película animada Bambi y la mítica escena de la cacería. Algo que quizás a muchos de nuestros abuelos o padres habrá soltado más de una lágrima por aproximadamente la década de los cincuenta y sesenta.

La animación japonesa ha sido en gran parte la que nos ha traído una serie de momentos emotivos que en muchas ocasiones nos han mantenido marcando ocupado por largos momentos, incluso más cercanos de lo que nosotros suponemos. Cuántas veces hemos sido testigos de algún momento emotivo en series como DragonBall Z, Sailor Moon o Saint Seiya.

En cada momento uno debía enfrentar alguna escena especial bastante triste que sencillamente nos hace creer que esto es algo más que un simple dibujo animado, sino un reflejo de lo que a veces sucede día a día o en momentos especiales como el fallecimiento de un ser querido. Fue por eso que durante más de 30 años ver este tipo de escenas se volvió algo bastante común de contemplar en las pantallas de nuestros televisores.

Algo Que Ya No Es Frecuente

Los tiempos suelen cambiar y lo que vemos ya no es lo mismo que sentimos durante aquellos años. Hoy ya no es mucho lo que se ve de este tipo de escenas en las series animadas y “Live Actions” de hoy. Ya no se apuesta por el drama sino por un humor a veces excesivamente económico para el entretenimiento de los niños de hoy.

¿Qué hizo cambiar esta apuesta? Tal vez alguien hable sobre las famosas asociaciones de padres a quienes les parecían este tipo de escenas como escandalosas o aberrantes, u otros que digan que el melodrama es algo que ya no vende. De hecho el anime de hoy (no todos) carece un poco de este tipo de contenido al interior de sus guiones, en algunos casos reemplazados por alguna comedia absurda e incluso grotesca. Sin embargo, han logrado existir excepciones realmente notables, entre ellas la muy comentada serie animada CLANNAD del estudio Key, que sencillamente dejó con un nudo en la garganta a varios de los fans del anime de hoy.

Pero claro está que este tipo de tramas no solo esta ausente del anime, sino también en las producciones animadas occidentales. Quizás la gran excepción a esto último fue lo que según muchos críticos de cine, consideraron como una de las escenas más extraordinarias jamás vistas en alguna producción animada: Esa al inicio de la premiada película “Up” del estudio Pixar, en donde el protagonista Carl Fredricksen recuerda los momentos felices que pasó con su pareja Ellie, a quien pierde repentinamente tras una enfermedad y con la promesa de un viaje sin cumplir.

Sin embargo, las escenas emocionantes dentro de producciones infanto-juveniles de hoy solo se cuentan con los dedos de la mano. Resulta muy difícil encontrar alguna escena emotiva en alguna animación o live action de algún canal actual de la oferta televisiva del cable o de la televisión abierta. Quizás uno de los grandes factores es el ánimo comercial con el que se encuentran enfocadas las series hoy en día. Se busca en exceso vender héroes de acción o estereotipos juveniles por sobre el guión o la historia al interior de la serie el cual ha quedado en completo segundo plano. Como diría el destacado periodista chileno Juan Cristóbal Guarello: “hoy en día en lo jóvenes, todo es consumo, consumo y consumo”.

Tal vez el ritmo de la sociedad de hoy impide a las personas valorar aquellas cosas sencillas del diario vivir y ello se refleja en lo que la televisión exhibe a su sociedad: Un universo de elementos que solo exhiben superficialidad e imagen. Ello también puede extenderse incluso a las portadas que ofrecen los diarios y revistas e incluso las redes sociales en donde se pueden encontrar trendings en twitter sembrados de fanatismo en donde el común denominador es uno solo: La imagen. Algo de lo cual retraté en varias columnas en esta web.

La Moraleja

Por ahí alguien resumía en una red social una frase para este tipo de historias: "aunque cosas malas te pasen en la vida, nunca te rindas". Hoy eso es algo que se extraña mucho en las series de hoy, el aprendizaje que se puede sacar de tal episodio. Al parecer la animación de hoy es tan inexpresiva que no se puede sacar conclusión alguna de la lección que deja un episodio.

Tal vez la única forma de dar aprendizaje a nuestros hijos hoy en día es mediante historias, producto que la televisión hoy incumple con ese objetivo. La formación personal también incluye elementos como el libre albedrío de las emociones, en lugar de las máscaras que hoy ofrece la apodada “Caja Idiota”. ¿Se preguntarán por qué las personas sienten tanta nostalgia de las animaciones de antes? La respuesta la di más arriba. Pueden juzgarlo ustedes mismos.

Quisiera concluir mencionando esto: Las emociones son libres. Los niños pueden llorar y sentir, algo que no es para nada un signo de debilidad. Quizás las animaciones de antes tenían la capacidad de representar a los niños en épocas duras, en donde no estaban enfrentados a las múltiples comodidades de hoy, en donde puedes encontrar fácilmente aquel episodio que te perdiste y que antes significaba esperarlo con ansias y sacrificar verdaderamente tu tiempo. Pero hoy, el fantasma del materialismo poco a poco comienza a poner una máscara de roca sobre las emociones de los infantes, transformándolos en sujetos de consumo material y de imagen. Los invito a recorrer los portales en honor a sus actuales “ídolos” y se darán cuenta de lo que estoy mencionando.

Por último. Los invito a que se sienten con sus hijos o sobrinos y hagan la prueba viendo una serie antigua. El año pasado lo hice y lo reflejé en esta primera columna que hice acá. Concluyo haciéndoles esta pregunta: ¿Qué escena es la que más conmovió ver en sus vidas? (Ojalá sin spoiler).

Nos vemos en otra ocasión.