[Reseña] Kotaro vive solo: una excelente y amable historia, con crudas realidades sociales

Por el 21.8.22

Vine buscando cobre y encontré oro… o eso es lo pienso de la siguiente serie. A comienzos de este año Netflix estrenó en exclusiva en su catálogo el anime Kotaro vive solo, a simple vista se ve un poco raro en lo referente a su diseño, además que la sinopsis oficial señala de un niño que decide vivir solo en una residencia donde sus amigos serán unos particulares vecinos, en un principio todo parece “normal”, pero no es así.


Te matará la duda el simple hecho del ¿porque? ¿cómo? logra un menor de edad llegar a vivir solo, quizás se llega con la idea de que en algún punto esto pareciera tirar a esas comedias tipo sitcom estadounidenses del “peculiar (pero tierno) personaje que llega a algún tipo de suburbio” por raros azares de la vida, pero que al final aquí mandará el humor, pero, vaya sorpresa se te puedes llevar desde primer episodio. ALERTA DE SPOILER.


Una historia con crudeza, sutil, pero que son una realidad familiar



Aunque la sociedad japonesa es cerrada, y es una costumbre ver en el anime una lado más crítico a lo social de forma amplia (denigración, afectividad, entorno laboral, complicaciones amorosas, niveles de clase y problemas mentales), es un poco raro cuando esas buscan tomar los tópicos más internos de la misma familia (y no hablo de perjuicios o cuestiones de "honor y orgullo").


Kotaro vive solo no llega únicamente con la premisa de encariñarnos con el niño protagonista y sus aventuras, donde en principio es curioso ver la madurez que tiene el personaje, ¡no!, la serie busca denotar un trasfondo sobre una realidad social, y es ese lado oscuro que no vemos de la familia, los momentos tristes, duros y trágicos, todo desde la peculiar perspectiva de cómo lo puede vivir un niño.



Manejado de forma sutil, con un toque inocencia, pero a su vez siendo demasiado claro, la historia de Kotaro parte del hecho que él huye de su casa porque “quiere que más fuerte” en cuanto a carácter y afrontar dificultades (literal, ser un niño que no debería llorar por nada, y que debe afrontar los problema), pero, el verdadero trasfondo lamentablemente es que tiene un padre violento, uno que agredía a su madre (al punto de traumarla), a la par que era “puño de hierro” con el, sin consideración alguna en como lo trataba. Lo curioso de la narrativa, es que no te lo dirá directamente, y tampoco lo soltará de un solo golpe, sino que lo irá insinuando poco a poco, porque incluso, nuestro protagonista tampoco lo dirá, más allá que las razones son para poder estar junto a su madre… pero incluso aquí, hay algo aún más triste en ese asunto… solo diré que Kotaro sobrevive gracias a una herencia, que llega disfrazada de una “ayuda anónima”, porque hay algo que no sabe.


A pesar de ello, no vemos un niño traumado, sino uno que busca superar y aprender de las adversidades, con el valor inspirado de su superhéroe animado favorito de la televisión, “Tonosaman” (un personaje del que aprendió a tomar su carácter “adulto”, semejante al de un honorable samurái), y por muy pequeño que sea, es alguien muy observador, tanto, que se preocupa por quien lo rodee, por mucho que sean mayores de edad.



¿Y los vecinos?, pues aunque en un principio te darán la impresión de ser raros y dudosos, porque  vemos a un “dibujante” de comics de carácter seco, un “yakuza” que quiere ser “amiguito” de Kotaro (de una les digo, no tienen que pensar nada raro de él), y una chica de corazón muy dulce, pero que es dama de “compañía”, los tres juntos literalmente dan el punto bonito a la historia que luego les explico, pero antes, una leve descripción.


El dibujante de comics literalmente es la representación del soltero frustrado con su trabajo, y es quien algún momento dado auto-asumirá el papel paternal/protector hacia el protagonista, y aunque en un principio se haga el desentendido (digamos “tengo cosas más importantes que hacer para tratar con un niño raro”); el yakuza sería algo así como el segundo protector, y resulta ser un hombre divorciado, por lo que aquí se toca uno de los problemas más lamentables de una pareja divorciada con hijos: la madre de su hijo no le deja tan fácil el poder pasar un día familiar con el niño, por mucho que dicho hijo aprecie muchísimo a su padre (es su inspiración); y finalmente la chica, que en algún punto lleva dos pesos más, uno es que su madre de alguna forma la “despreciaba”, y por otro, que ha sido agredida por una ex pareja, pero a pesar de todo, es quien aplica el lado maternal con el pequeño Kotaro, quien se preocupará cuando “note” uno de esos detallitos que ella ha sufrido.


Si bien el acercamiento de los vecinos es por mera curiosidad, a medida que lo van conociendo, y haciéndose una idea de que lo llevó a estar en el lugar, se van encariñando poco a poco con el niño, al punto de bregar por su bien, más cuando descubran que se está escondiendo del padre, y que no es el primer lugar donde le tocado estar.


Paréntesis: Tecnicismos



Parando un momento con la historia, paso a comentar algunos detalles técnicos, partiendo por la animación: aunque a simple vista la animación se ve un poco rara (como los ojos de algunos personajes) dicha simplicidad y diseños ayudan de alguna forma a llevar con sobriedad lo que vemos de la historia, no se busca exagerar, si no detallar con cierta sutileza los momentos, además de indicar el carácter de los personajes, por ejemplo, aunque Kotaro pareciera ser alguien estoico, cuando está alegre o ve algo que lo emociona, los pequeños momento de gesticulación hacen apreciar más dichas escenas (es como ver un poco a Mob de Mob Psycho 100), además que aquí no se “payasea”. 


Otro punto destacable, al menos para mí, es el ending, con un tema que suena como “preescolar”, el mismo sale ideal para “relajarse”, ya que además los créditos te comparten una imagen con un escenario alegre, el cual varia por episodio, y que te ayuda a pasar al siguiente episodio, porque sinceramente, hay unos que son capaces de sacarte una lagrima si la historia te toca alguna fibra en cierto punto.


Finalmente el doblaje, y es que sin detallar mucho, ¡quedo excelente!, destacando este trabajo realizado en Labo bajo la dirección de Miguel Ángel Leal, con las voces de Amanda Hinojosa como el pequeño Kotaro, Arturo Cataño como el "seco" Shin, Jaime Alberto Carrillo como el "mafioso" Isamu, y Ale Pilar como la dulce Mizuki.


Un bonito trasfondo que invita a la reflexión



Este anime mires por donde lo mires, tienen trasfondos bien escenificados a todo momento, sea en aquellos personajes episodios, o escenas que representan algo simple o cotidiano, por mencionar, en como un niño aprecia la presencia del representante (sea o no familiar) de camino a la institución o en los actos culturales; una comida que transmita cariño o interés; el aprecio que deberían tener los padres con aquellos detalles que transmiten los hijos en un simple dibujo; e incluso, que una pregunta tan simple que le hace Kotaro a niño de su salón como “¿Por qué lloras?, así nunca te harás fuerte”, se hace una mera referencia al apresuro que tienen algunos adultos en la madurez de los niños, y como logran con ello que esos mismo hijos no sean consciente de los detalles humanos de otros.


La historia obviamente no busca que te deprimas, si bien se toman temas “crudos”, como la violencia intrafamiliar, en una serie animada que parece desde lejos “infantil”, estos asuntos se manejan de una forma tan sutil, que más bien invitan a tomar en cuenta la existencia de estos problemas en las familias que muchos parecen ignorar a veces (por mucho que series como La Rosa de Guadalupe te lo señale a cada rato, a veces de forma mal ejecutada), y todo de una forma tan única como solo lo logra el anime, que chistosamente, aunque no hace mucho de este tipo de historias, las “pocas” existentes realizan representaciones maravillosas.


Aplaudo mucho que entre la infinidad de series animadas que nos llegan, se presente una producción con temas un poco más realistas, sin abusar o “irse” por las ramas de la acción, drama, fantasía, comedia, o algo “teen” con demasiada cultura pop. Dicho esto, la serie es excelente e imperdible, al criterio de quien les redacta, nunca afloja en lo que busca transmitir, y puede ser vista por todo el mundo, quizás con supervisión o compañía, para debatir o charlar.


Kotaro vive solo está disponible únicamente en Netflix en japonés con subtítulos, y doblaje al español latino.